Best practices, la mano invisible
Por Alejandro Martínez de Hoz(*)
White & Case LLP

Decía Aristóteles “somos lo que repetidamente hacemos. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito”.

 

Hay firmas que de manera consistente ganan casos, lideran los rankings legales, y mantienen relaciones duraderas, dentro y fuera de la firma.  Aquí es donde hay que mirar más allá del resultado. Hay que detenerse en el proceso. Si bien en la práctica cada firma tendrá su propia receta (y un chef no revela sus recetas…), tener best practices (o mejores prácticas) llevan a buenos resultados. 

 

Las best practices son objeto de deseo en la industria legal y un símbolo de identidad para las firmas. Siendo casi invisibles, generan curiosidad en la industria legal latinoamericana, que históricamente sigue tendencias de los big law internacionales.

 

Una cultura de trabajo

 

Las best practices  son procesos inherentes en las firmas que generan resultados superiores, en el manejo del caso, en la relación con el cliente, y en un equipo de trabajo. Quienes identifican estas prácticas, las implementan consistentemente y las extienden a lo largo y ancho de la firma (en cada escalón, en cada oficina global), las vuelven no solamente un hábito sino una cultura de trabajo. Si el hábito es excelente, la cultura de trabajo tenderá a ser excelente.

 

Las best practices son prácticas reconocidas como superiores que se transmiten como cuasi sagradas con el objetivo de ser internalizadas. Las best practices existen porque funcionan, y son fundamentales para navegar la complejidad de los casos, equipos con diversidad humana y de diferentes backgrounds legales (e incluso husos horarios).

 

El trabajo puede haberlo realizado la oficina de Washington D.C., Ciudad de México, París o Estambul… y el sello de calidad va a ser consistente una y otra vez porque, más allá de las individualidades, hay un equipo en funcionamiento con clara dirección. Las best practices enriquecen la diversidad de habilidades y unifican hacia una misma meta.

 

Las best practices están en el extremo opuesto de reglas obsoletas o modelos a seguir de manera fordiana. Aspiran a una cultura de trabajo con socios que las fomentan internamente con efecto cascada y logran un distintivo de excelencia que se traduce hacia afuera en una ventaja competitiva para la firma.

 

La sinergia interna (las personas)

 

¿Hubiese Mbappé brillado, y Francia ganado el Mundial, sin un equipo que empleó consistentemente sus prácticas de juego?

 

Las best practices son esas herramientas que hacen al flow de la sinergía interna de la firma.  Hacen que el trabajo en equipo sea más integrado y eficiente, y con resultados mayores que la suma de los individuales.  Las best practices logran sintetizar la idea de progreso personal con éxito colectivo e intensifican el sentimiento de pertenencia y productividad. Cuando una persona es parte de un todo su compromiso y responsabilidad aumenta. 

 

Son esenciales para que los líderes de equipo, sobre todo en equipos tan dinámicos, puedan focalizarse en el resultado últimopara cumplir con los objetivos del cliente. Los miembros de un equipo con best practices son más proactivos, menos reaccionarios y tienen mayor control y orden. Ya saben qué hacer y no andan detrás de la urgencia del siguiente paso o corriendo todos detrás de la pelota.  En situaciones de presión, las best practices facilitan la reacción rápida y efectiva. Las best practices permiten prever, anticipar, y estar preparados. Una vez que los equipos internalizan best practices entonces queda mayor espacio para el diseño de la estrategia, y que el líder pueda mantenerse focalizado en el big picture. 

 

En las firmas la conexión del talento humano –el verdadero motor de la firma- es esencial, las best practices hacen a una política comunicacional sólida, continua y consistente. Internamente se transmiten de manera articulada y clara los objetivos y valores estratégicos, minimizando la desinformación que repercute en la productividad y maximizando la eficiencia de las decisiones y capacidad de respuesta en la complejidad de los cambios y desafíos que suponen los casos.

 

Hacia el cliente, la implementación de best practices refuerza la inmediatez y consecuente confianza entre la firma y el cliente. Los clientes perciben la solidez y la fluidez del trabajo interno dentro de la firma cuando es genuina.

 

El sello de calidad

 

La impronta de calidad de una firma que domina best practices es ese edge donde se encuentran la consistencia y la originalidad, la simpleza y la innovación. Las best practices requieren equilibrar la precisión técnica con la cintura comunicacional, y alinear lo comercial con la eficiencia administrativa para beneficio y predictibilidad del cliente.

 

Las best practices son ese “algo” que no es casualidad y los que están en la cocina saben que está enraizado en el ADN de la firma, y que en definitiva hace visible lo invisible. Las best practices se plasman en el producto final que se distingue cuando, por ejemplo, un cliente o tribunaltiene el escrito en sus manos. Quienes estén expuestos a esos productos, podrían reconocer de quién viene a pesar de no llevar el membrete de la firma. Las best practices hacen que ese trabajo en equipo global y local, legal y técnico, pareciera realizado por una sola mano. De más está decir que ríos de tinta y análisis legal, como es frecuente en algunas culturas legales, no son sinónimo de sofisticación ni éxito. Como más de quinientos años atrás ya lo decía Leonardo Da Vinci “la simpleza no es sino la sofisticación última”.

 

Las best practices son un viaje y no un destino en sí mismo. Son un camino constante hacia la potencialización de los procesos internos y estratégicos que cuando se los domina y perfeccionan de manera constantea daptándolos a las necesidades y evolución, se vuelven un distintivo único de la firma, hacia adentro y afuera.

 

 

Citas

(*) Abogado del equipo de Arbitraje Internacional de White & Case, rankeado #1 del mundo por Global Arbitration Review

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